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Babà

  • Foto del escritor: Jean Marc Sedó
    Jean Marc Sedó
  • 26 jul 2024
  • 2 Min. de lectura

Quiero sentir el glaseado dulce del babà en tus labios,

durante años.

Que por cada beso dulce pueda llegar a contar el tiempo a tu lado.

Y contarles a todos los niños del barrio lo precioso de envejecer contigo.

Detallarles los recuerdos ardientes del Vesubio alambrados en nuestras venas.

Y que todos crezcan queriendo comer licor de babá.

Pido, que no me dé vergüenza nunca más escribirte un poema,

Quiero poder disfrutar de tu silencio, sin pedirle música a cambio.

Disfrutar de tu respiración,

y tal vez una mirada de vez en cuando.

Que no tenga precio esa mirada

que vuelvas a hacerlo como cuando te morías por tenerme.

Quiero ser tu premio y tu medalla

un título, un diploma y el trabajo de tu vida.

Tu calma, tu rezo, tu cama, tu sueño.

Y que tus sentidos se alimenten de mí como la primera vez.

Sin rogarte.

Pero me pido que no sea mi sed la que te pierda.

Que pueda servirme agua en la fuente de mi pueblo,

incluso los días que tú solo destiles whisky por tus poros.

Quiero volver a masturbarme con tus ojos de obsesión por mi alma,

sentir tu fuerza en las yemas de tus dedos,

que explores todos mis adentros con la misma saliva que derrite un tarro de azúcar,

Y compensar a todos tus fluidos cumpliendo tus sueños.

Y convertirme en néctar y tesoro.

Y que deje de sentirme caprichosa,

Para sentirme una cabeza ligera, en una dimensión densa.

Necesito que comprendas lo que me pasa;

porque la ansiedad del imprevisto previsto,

me ataca en forma de emoción blanca.

Y me aprieta la cabeza contra tu pecho en los momentos que tú menos me deseas.

Aparentemente, bien vestido de éxtasis,

aparece la silueta de una cabeza enredada, de un rostro insinuado.

De un estómago vacío

y de un sistema nervioso central atemorizado por cartas de amenaza.

Y un abrecartas apuntando a la carótida.

Listo para atravesar, siempre, por tus manos o las mías.

Ideas de mí misma.

Lecciones aparentes disfrazadas de apariencias.

Y de repente intento descifrarme, discernir, volver a ser normal.

Solo quedamos

Yo, Tú y lo que quede de nosotros.

Lo que tú siempre acabas salvando, porque siempre estás ahí.

Por eso, mi amor, quiero que sigas para siempre

siendo el almíbar que comprende el licor del ron,

el sabor del babà en nuestros labios.

 
 
 

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